domingo, 11 de julio de 2010

Animal de costumbres

Hoy tenía pensado contaros algo que me pasó ayer mientras disfrutaba de una plácida tarde de playa. Pero después de hora y media tratando de dormir al nene, me he decidido cambiar de tema y dejar el primero para mañana o pasado mañana o cuando sea.
Habitualmente llevo al peque a su habitación para dormir a las 21:30 y a las 22:00 suele estar ya dormido. Puede variar cinco o diez minutos dependiendo de si somos puntuales o no.
Pero hoy todo ha sido diferente. Hemos salido a dar una vuelta más tarde de lo normal. Nos hemos entretenido y hemos llegado a casa a las 21:00, mientras mi mujer lo ha bañado yo he preparado la cena. Cuando hemos terminado ya eran casi las 22:00. Entre unas cosas y otras me he ido con él a su habitación a las 22:35. Yo lo veía un poco inquieto, pero tampoco mucho más que en otras ocasiones en las que o no ha echado siesta o jugado hasta más tarde de lo habitual.
Lo dejo en su cama y me voy con sigilo hacia la puerta y, NO NO NO NO, NENE NENE. No pasa nada, me vuelvo le acuno un poco y me siento un minuto para que termine de dormirse.
Se que en este punto muchos, partidarios del Sr. Estivil estaréis pensando: “tienes que decirle que es hora de dormir, marcharte y dejarlo que llore hasta que se canse”. Si, es una opción, pero el sistema de este Sr. no va conmigo, pero es ya es otra historia.
Cada vez que me levantaba lo mismo “NO NO NO NENE NENE”. Me vuelvo a sentar. No pasa nada, pobrecito no se puede dormir y se pone nervioso. Ahora empieza a mover la pierna derecha como un limpia parabrisas. Le sujeto la pierna. Empieza el brazo a un lado y a otro, a un lado y a otro.
Ahora es mi pierna la que empieza a dar sus primeros trotes, signo de que estoy empezando a ponerme nervioso. Le acuno otro poquito mientras pienso “pero como te vas a dormir alma de cántaro si no paras de moverte”. Un ratito después, ya no se mueve, la respiración es profunda. Es la mía, me levanto con sumo cuidado, me dirijo a la puerta de puntillas, llego al comedor. Las 23:15 joder cuarenta y cinco minutos le ha costa…. NO NO NO NENE NENE.
En ese momento viene mi mujer a coger el relevo. Después de varios lloros, un biberón y un par de NENES más tarde sale mi mujer a hurtadillas de la habitación. Son las 00:05.
Lo que ha sucedido es que lo hemos sacado de su rutina y eso ha producido que le costara dormirse, al no hacerlo se ha empezado a poner nervioso, lo que a su vez le impedía conciliar el sueño.
Mientras esperaba a que cayera dormido me he dado cuenta de los importantes que son las rutinas, manías y supersticiones para la gente. Somos animales de costumbres y por lo general no nos gusta que nos saquen de ellas.
No importa si el orden en que nos vestimos, la hora a la que salimos hacia el trabajo, si nos santiguamos al salir de casa o si entramos al campo tocando el césped. Da igual lo que sea, cada uno tenemos las nuestras y nos aferramos a ellas pensando que mientras las sigamos haciendo las cosas nos irán bien. Pensamos que cruzando los dedos vamos a evitar que algo suceda o que si miramos hacia otro lado, esa persona no nos verá.
Somos, por lo general, inteligentes, sin embargo dejamos que estas manías dirijan nuestro comportamiento hasta el punto de parecer idiotas. No por el hecho de tenerlas sino por creer que gracias a ellas las cosas no nos irán mal.
Yo siempre, siempre hecho el cacao en la leche, nunca al revés. Creo que si se hace al contrario no está tan buena. También cruzo los dedos de la mano izquierda cuando el equipo contrario se acerca a la portería de mi equipo. Sé que no funciona, pero sigo haciéndolo.
Y tú, ¿eres un animal de costumbres?

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