miércoles, 5 de febrero de 2014

El cartón que se reinventó a sí mismo


Erase una vez, un cartón que al acabar su misión como caja se negó a desaparecer en un contenedor. El sabía que su vida no tenía porque terminar, al menos, no todavía. 
Mientras esperaba que el contenido de su interior se agotara ideó varios planes para evitar su más que probable destino.
Casi a diario se acercaba a olisquearlo una perrita muy linda, y el cartón, imaginaba que podrían usarlo para colocarlo debajo de la cama de esa perrita para que no pasara frío por las noches.
También pasaba junto a el, cada día, un niño que lo recorría con su delicada mano al llegar a casa. El cartón sabía que no podía comunicarse con aquellos seres, en cuyas manos estaba su destino, y lo único que podía hacer era desear con todas sus fuerzas, imaginar con todo su corazón que aquellas personas oirían, de algún modo, sus deseos.
Una tarde, la madre, vació todo el contenido de la caja y la hizo en varios pedazos. Cartoncito empezó a pensar que todo había terminado para el y se vio triturado y convertido en pasta en alguna industria papelera.
Pero para su sorpresa, le llevaron a otra habitación, donde estaban la perrita y el niño que siempre lo acariciaba al pasar. Al principio estaba un poco asustado, pero pronto empezó a sentir una sensación muy agradable, como si le estuvieran haciendo cosquillas en su áspera piel. Mientras dibujaban y pintaban sobre el, aquel niño no dejaba de reír, estaba disfrutando dibujando, con su madre, sobre el mientras la perrita observaba atentamente aquella algarabía. De otro de los trozos de la caja, recortaron unas piezas redondas que también decoró el niño con la misma alegría y efusividad.
Cuando terminaron con el, lo habían transformado en un tablero, había pasado de ser una caja transportadora a un juego para toda la familia, que ahora se congregaba a su alrededor, riendo y disfrutando de el, un sencillo cartón que ahora tenía una nueva misión en la vida. Que aquellos padres pasaran largos ratos con su pequeño jugando a aquel juego tan divertido en el que lo habían convertido.
El niño lo quería tanto, que ni siquiera el tablet o los dibujos animados, conseguían separarlo de él. De hecho, si sus papas no podían jugar, lo hacía solo, manejando el las tres fichas que se deslazaban y brincaban sobre él, el sencillo cartón que tuvo un sueño y lo alcanzó.

8 comentarios:

  1. Qué historia tan tierna... Si es que no hay como el encanto de las cosas sencillas... Un besote!!!

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  2. Me encantan las historias que acaban bien. Y esta no podía terminar mejor :)

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  3. Con imaginación se puede uno divertir y con poquito dinero. No falla!
    Los niños lo que quieren es que juegen con ellos!
    Estupendo final,de momento, para el cartoncito.
    Un abrazo.

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  4. Para los que tenemos poca imaginación puedes compartir las reglas del juego??? ;)

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  5. Ahí, ahí, alargando la vida útil de las cosas. Y si es para crear un juego, mejor que mejor.
    :)

    Besos!

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  6. Ingenio, manitas, padrazo...¡Todo en uno!
    Si con un cartón haces semejante maravilla, me pregunto si con un tornillo serías capaz de hacer una bicicleta. Si se da el caso avíasame. Te mando una bolsa entera de tornillos allen de métrico 6.

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  7. Muy buena historia y muy buena la foto que la acompaña.
    Me puedo imaginar a Cangrejito disfrutar con ese sencillo juego más que con cualquier juguete sofisticado :)

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  8. Mi Alter Ego:
    Al final esos son los juguetes que le dejan desarrollar más la imaginación.

    Arenita:
    jajaja cierto

    Ohma:
    cierto, si les atiendes lo tienen todo.

    Valle:
    Es el clásico juego de las escaleras y las serpientes, pero sin escaleras, pero con agujeros unos te hacen adelantar y otros retorceder, y ahí está lo divertido jajaja

    Lourdes:
    Así pasas un rato divertido haciéndolo y luego más jugando jejeje

    CAntona:
    ¿No conoces mi historial como manitas verdad? jajajaja

    JuanRA:
    De momento ha desahuciado al tablet jejeje

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